viernes, 30 de enero de 2009

Virgine Despentes

Hay días en que te despiertas y descubres un tesoro en medio de un pozo fecal.
Días en que todo parece monotono y manoseado, redicho y reutilizado y hay días, en que te das cuenta que hay una mujer que alza la voz con tus palabras, que no estamos solas, que realmente hay una universalización más allá del género, que tiene que ver con un segmento de él. Sí, todas somos únicas, pero todas pertenecemos a un estereotipo...es inevitable. HUbiese querido asegurar que no es asi, que todos los esfuerzos por no ser como se supone que debemos ser, han sido descartados de nuestros genes, pero no es verdad.
Qusiera mostrar a la mujer única, a la igual, la que no sufre, la que vuela, crea y vive sin sombras ni parametros, pero no la he encontrado. A cambio, he descubierto hace un tiempo "la Teoría King KOng" y cada vez que leo esta introducción pienso en las mujeres que conozco , quienes probablemente sentirían algo similar a lo que yo experimento cuando la leo. Es como encontrar a la puta que venerar.
Se acabó el tiempo de las vírgenes, y la mayoría de nosotras no salimos en catalogos de ropa interior ( no tengo nada en contra de las modelos, simplemente no pertenezco a ese segmento), Virgine llegó a representar a las deslenguadas, las complicadas, a nosotras que no somos ni virgenes, ni putas, ni amas, ni esclavas, o que somos un poco d etodo eso a la vez...DEspentes ya había escrito antes un libro estremecedor llamado "Fóllame" que removió a los conservadores de la literatura francesa, luego dirigío una película con elmismo nombre, pero debo confesar que no es lo mismo ese cine vomitivo, que la literatura descarnizada que deja caer entre las páginas de sus libros... Aqui les dejo l ainvitación y algún extracto de su Teoría... a nuestra salud amigas!!!!

Escribo desde la fealdad, y para las feas, las viejas, las camioneras,
las frígidas, las mal folladas, las infollables, las histéricas,
las taradas, todas las excluidas del gran mercado de la buena
chica. Y empiezo por aquí para que las cosas queden claras: no
me disculpo de nada, ni vengo a quejarme. No cambiaría mi
lugar por ningún otro, porque ser Virginie Despentes me parece
un asunto más interesante que ningún otro.
Me parece formidable que haya también mujeres a las que les
guste seducir, que sepan seducir, y otras que sepan casarse,
que haya mujeres que huelan a sexo y otras a la merienda de
los niños que salen del colegio. Formidable que las haya muy
dulces, otras contentas en su feminidad, que las haya jóvenes,
muy guapas, otras coquetas y radiantes. Francamente, me
alegro por todas a las que les convienen las cosas tal y como
son. Lo digo sin la menor ironía...
Seguramente yo no escribiría lo que escribo si
fuera guapa, tan guapa como para cambiar la actitud de todos
los hombres con los que me cruzo. Yo hablo como proletaria
de la feminidad: desde aquí hablé hasta ahora y desde aquí
vuelvo a empezar hoy...
Aunque nunca se habla de nosotras en las novelas de hombres,
que sólo imaginan mujeres con las que querrían acostarse.
Siempre hemos existido, pero nunca hemos hablado...
Yo, como
chica, soy más bien King Kong que Kate Moss...
Todo lo que me
gusta de mi vida, todo lo que me ha salvado, lo debo a mi virilidad.
Así que escribo aquí como mujer incapaz de llamar la
atención masculina, de satisfacer el deseo masculino y de contentarme
con un lugar en la sombra. Escribo desde aquí,
como mujer poco seductora pero ambiciosa, atraída por el dinero
que gano yo misma, atraída por el poder de hacer y de
rechazar, atraída por la ciudad más que por el interior, siempre
excitada por las experiencias e incapaz de contentarme
con la narración que otros me harán de ellas. No me interesa
ponérsela dura a hombres que no me hacen soñar. Nunca me
ha parecido evidente que las chicas seductoras se lo pasen tan
bien. Siempre me he sentido fea, pero tanto mejor porque
esto me ha servido para librarme de una vida de mierda junto
a tíos amables que nunca me habrían llevado más allá de la
puerta de mi casa. Me alegro de lo que soy, de cómo soy, más
deseante que deseable. Escribo desde aquí, desde las invendibles,
las torcidas, las que llevan la cabeza rapada, las que no
saben vestirse, las que tienen miedo de oler mal, las que tienen
los dientes podridos, las que no saben cómo montárselo,
ésas a las que los hombres no les hacen regalos, ésas que follarían
con cualquiera que quisiera hacérselo con ellas, las más
zorras, las putitas, las mujeres que siempre tienen el coño
seco, las que tienen tripa, las que querrían ser hombres, las
que se creen hombres, las que sueñan con ser actrices porno,
a las que les dan igual los hombres pero a las que sus amigas
interesan, las que tienen el culo gordo, las que tienen vello
duro y negro que no se depilan, las mujeres brutales, ruidosas,
las que lo rompen todo cuando pasan, a las que no les
gustan las perfumerías, las que llevan los labios demasiado rojos,
las que están demasiado mal hechas como para poder vestirse
como perritas calentonas pero que se mueren de ganas,
las que quieren vestirse como hombres y llevar barba por la
calle, las que quieren enseñarlo todo, las que son púdicas porque
están acomplejadas, las que no saben decir que no, a las
que se encierra para poder domesticarlas, las que dan miedo,
las que dan pena, las que no dan ganas, las que tienen la piel
flácida, la cara llena de arrugas, las que sueñan con hacerse un
lifting, una liposucción, con cambiar de nariz pero que no
tienen dinero para hacerlo, las que están desgastadas, las que
no tienen a nadie que las proteja excepto ellas mismas, las
que no saben proteger, esas a las que sus hijos les dan igual,
esas a las que les gusta beber en los bares hasta caerse al suelo,
las que no saben guardar las apariencias; pero también escribo
para los hombres que no tienen ganas de proteger, para los
que querrían hacerlo pero no saben cómo, los que no saben
pelearse, los que lloran con facilidad, los que no son ambiciosos,
ni competitivos, los que no la tienen grande, ni son agresivos,
los que tienen miedo, los que son tímidos, vulnerables,
los que prefieren ocuparse de la casa que ir a trabajar, los que
son delicados, calvos, demasiado pobres como para gustar, los
que tienen ganas de que les den por el culo, los que no quieren
que nadie cuente con ellos, los que tienen miedo por la
noche cuando están solos...
“Porque el ideal de la mujer blanca, seductora pero no puta, bien casada pero no a la sombra, que trabaja pero sin demasiado éxito para no aplastar a su hombre, delgada pero no obsesionada con la alimentación, que parece indefinidamente joven pero sin dejarse desfigurar por la cirugía estética, (…) esta mujer blanca feliz que nos ponen delante de los ojos, ésa a la que deberíamos hacer el esfuerzo de parecernos, a parte del hecho de que parece romperse la crisma por poca cosa, nunca me la he encontrado en ninguna parte. Es posible incluso, que no exista.”